Comienza la penúltima sesión, repetida hasta la saciedad, pero en la que tropezamos una y otra vez. Las luces se apagan, es la hora de comenzar. Espero que nos ayude a preguntarnos por qué.
Me debato entre la indecisión y la firmeza, entre el dudar y la duda, entre mi sombra (estoy acostumbrado a ella) y su oscuridad (ésta me asusta).
Confundido, retorno al silencio del pensamiento, al tuétano, a lo más inaccesible para los demás, incluso para mí mismo.
Y esta vuelta a dentro se manifiesta distinta a todo lo que hay fuera. Aquí consigo ser el verdadero protagonista de mi libertad.
Despierto y el rodaje se inicia de nuevo.
Al igual que los demás, recurrimos a interpretarnos a nosotros mismos; recurrimos a maquillajes o máscaras que nos permitan ser otros pero sin dejar de ser uno mismo; fingimos sutilmente o con asperezas quienes verdaderamente somos, pero mantenemos el convencimiento de que los sueños son lo único que no forma parte del guión.
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