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Mostrando entradas de abril, 2011

Un paso

Era tarde. Llevaba dos días deambulando por una ciudad que no era la mía, encaramado en lo alto de un edificio con vistas y aterrizaje al mar, dispuesto a arrojarme sin excusas de última hora, con la mente dando vueltas a mis veintisiete años de recuerdos y olvidos acumulados , a los últimos seis meses de alucinaciones transitorias, a un futuro que como un espejismo en el horizonte desaparece en cada viaje. Una tragicomedia en blanco y negro sin títulos de crédito pero con un final premeditado , acelerante alevosía e irremediable nocturnidad.  Este ritual ya me conocía, estableciendo en mí, un camino de autodestrucción ficticia hacia un encuentro repetido. Desplegué las alas de la razón pasajera en un aleteo suave dando amplitud a las formas; me deje llevar por las mentirosas corrientes de aire, inicié la carrera del despegue y con todo el combustible graduado recorriendo las venas,me propuse a una caída sin vuelta, a una vuelta sin mirar atrás, y sin mirar atrás, me contuv

Crisis

La descubrí en un ascensor de viaje de ida a la tercera planta, fue inevitable que recorriera sus curvas desafiantes en el espejo lateral. Desde ese momento, la mujer de mis sueños viaja conmigo durante medio minuto tres días a la semana, el resto del tiempo su elixir perfumado recorre mi cerebro adormecido por el inmenso de sus ojos color azul cristalino, en una melódica sinfonía que la adrenalina impulsa en latidos que bombean ritmos ignorados,  hasta este momento desconocidos por mí. En los viaje s de vuelta, solo existe porque sé que estas ahí, arropando mi regreso con el calor de tu cuerpo. Ya en mi celda, atado por tobillos y muñecas, descanso anestesiado sin histerias tras la penúltima crisis. Suponen dos semanas sin excursiones, sin encuentros, sin viajes al paraíso hasta volver al carrusel de la felicidad fugaz.

Nelson Rodrigues

Un hombre cercano a la treintena cierra bruscamente la puerta de su apartamento. Como epílogo deja una obra contada que no escrita, adornada de retales y medias verdades que se alimenta desde aquí, aletargada como la crisálida que madura entre murmullos de silencios, en el final de esta metamorfosis impaciente y desordenada, desde la mentira más cierta, desde la cripta que evoca todo aquello que somos, rescato para plasmar y contar a los vientos , a cada uno de ellos que jamás ha dejado de existir esta historia más allá de la imaginación. Septiembre. El final del verano expira resignado a diluirse entre las prematuras lluvias otoñales que limpia la cara a las aceras y farolas, las atrevidas gotas se persiguen unas a otras hasta agruparse en los iniciales charcos que las alcantarillas menguan sin miramientos. En una mediana ciudad portuaria, un hombre cercano a la treintena cierra bruscamente la puerta de su apartamento. Se llama Nelson Rodrigues. Dirige una agencia de tour operadore