Por qué enmudecer, cuando sigo gritando “te quieros” al aire.
Por qué escapar, cuando los latidos del alma buscan rutas hacia el último beso.
Por qué ocultarme, cuando desnudas todos mis deseos en tu mirada.
Por qué alejarme, cuando todos los caminos cambian de sentido y retornan hacia a ti.
Por qué soñarte, cuando los sueños despiertan y las ilusiones desvarían dibujando tu nombre.
Por qué negarte, cuando afirmas tu presencia en cada pulso que respiro.
Por qué.
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